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miércoles, 5 de septiembre de 2012

No todos los caminos conducen a Roma.


La vida tiene muchos caminos, es una apreciación en la que creo que podemos coincidir. Unos son largos, otros atajos, algunos iluminados, otros oscuros, unos transitados, otros solitarios, unos en auge, otros decadentes, unos fáciles, otros aparentemente imposible, en algunos, si echas la vista adelante, incluso se puede divisar algo que pudiera ser la meta, el final, en otros es imposible divisar nada.


Hace unos años decidí sobre mi futuro, ya no hay vuelta atrás, quizás la meta sin final no sea viajar como modo de vida, pero si puede serlo viajar desde todos los sentidos, en el sentido más amplio de la palabra sentido. El viaje como forma de vida. Vivir viajando, viajar viviendo. Crear un coctel variado con el mismo cuerpo, con los cinco sentidos.


Imaginar y soñar es barato, no cuesta dinero, está libre de impuestos, pero no es gratis. Incluso leer, embarcarse en la vida de cualquier otra persona, pero ya no de la nuestra propia, aunque depende quien escriba, hay quien lo hace como experiencia propia de vida, otros nos hacen volar a través de la cohesión de su imaginación y la nuestra.

A veces empiezas a escribir a través de una idea, que a su vez te da pie a entrelazarla con otra, y con otra, y así hasta ir componiendo algo medianamente coherente que hable de algo en especial, o de muchas cosas en particular, escribes lo que viene a la cabeza, sin plan específico conciso, sin estructuras ni esquemas, lo que te pida el cuerpo.

Me doy cuenta que a medida que vamos creciendo, el discurso se suaviza. Recuerdo que hace pocos años era más crítico con todo, pero ya empecé a serlo más conmigo mismo y dejar a los demás que sigan su camino. Todos nos planteamos muchas veces mejorar el mundo, cuando apenas nos damos cuenta de nuestros propios defectos, queremos restaurar el sistema, eliminarlo si es posible, quizás para instaurar otro peor, o mejor, o bueno para unos y malo para otros, o quizás un poco bueno para todos sería lo más idóneo. Para conseguirlo encontré una clave, una posibilidad entre otras muchas: mejorarnos a nosotros mismos. Siempre hablamos hacia afuera y muy pocas veces nos escuchamos, nos hacemos evidentes a los ojos de los que tenemos enfrente, por eso suele ser el que menos defectos muestra, el que menos habla.


La fotografía me ha ayudado a eso, a estar mucho tiempo solo con mi cámara, a caminar y caminar y caminar en busca de lo que pretendo, a escuchar más que hablar. Aun así, a veces sigo pecando de hablar demasiado, aunque mucho menos que antes, hace tiempo descubrí que aprendo más de lo que escucho que de lo que hablo, porque lo que hablo ya lo se y lo que escucho lo desconozco. Tan sencillo que cuando se lo explicas a un niño lo entiende. Tan complicado para los mayores, con nuestros egos y rutinas que gestionan nuestras vidas a su antojo. Tampoco es plan de escuchar todo, hay que filtrar mucho, es más bien cuestión de saber a quien escuchar, hay menos que cribar.

Todo esto viene a cuento por el último encuentro que tuve con un escritor de la vida, de caminos y de viajes, buen amigo que conocí viajando. Siempre da buenos consejos, los años y la experiencia siempre son un grado. Suaviza tu discurso. Estoy en eso.


viernes, 29 de junio de 2012

Siguiendo a la seductora vida


Un hombre gesticula ansiosamente frente a mí. Aunque no hablamos el mismo idioma, parece fácil entenderle. Tiene el pelo rizado a la vez que largo, blanco y erizado, como Einstein. Yo diría que es chino, aunque si lo dijera, me tomarían por loco. Me indica hacia dónde ir. Quizás sea un interlocutor de alguien que pretende indicarme un camino. Le haré caso, nunca sabes quién es el ser que tienes delante de la cara. 

Algún amigo me escribe de España. No sabes de la que te estás librando me dice. Por momentos parece que va a estallar todo y se va a ir a la mierda, también comentan. La bolsa de valores por los suelos, coletazos de desesperación de un sistema que se resquebraja, que no responde a expectativas y desilusiona. No se como como acabará todo, me gusta vaticinar en la distancia, pero un regusto de indiferencia me impide ver de tan lejos.
No se hacia dónde ir, ni siquiera me lo planteo de un día para otro. Últimamente dejo que me lleve la gente, todos los amigos que conozco por donde paso. Partimos con planes oblicuos y a veces coincidimos. Lo importante es continuar hacia adelante sin retroceder.  A veces los pasos avanzan en una dirección evidente, otras no tanto. En esos momentos es mejor al corazón dejarle actuar. Cuando hay dos posibles opciones, el corazón no se equivoca nunca.

Soy inmigrante ilegal desde hace casi un mes. La verdad es que me hacía gracia serlo para luego contárselo a mis amigos. Ahora toca pasar la frontera.  Un tren se dirige hacia allí. Vía uno, la única que existe. Por si acaso, las dudas dejémoslas para Hamlet.
Mientras tanto, siguen muriendo árboles en el Amazonas, siguen pescando a dinamita en las Filipinas, destruyendo el ecosistema submarino, siguen explotando las minas del Cerro Rico, arrancándole de las agallas a la tierra la última sangre que aún posee. Intuyo que las mujeres son las únicas que conciben en su conciencia las ganas de proteger la vida.
Los años pasan y hay que ponerse pilas, la vida continúa, como un barco que zarpa, como un tren  que no espera más que lo establecido. Ya no queda tiempo para quejarse, sólo queda tiempo para enamorarse cada día. A fuerza de enamorarse, uno lo toma por costumbre. Luego ya es todo más fácil, la vida más divertida.
Algunos identificaran de lo que hablamos entre estas líneas, retazos de humilde sabiduría que voy rescatando de amigos, la mayoría de ellos con bastas experiencias de vida, con muchos días de lluvia ya vividos. Me siento como un nexo de unión entre una generación y otra, tan distanciada en años, un filtro interpuesto entre tan diferentes filosofías de vidas. Más que nunca entiendo que la edad no está en el físico o el pasaporte,  también se puede ser esencialmente viejo siendo demasiado joven.  Cada uno elige.
Mientras tanto, sigo saliendo de fiesta más que siempre, con premeditación y alevosía. El alcohol me corre por las venas con cierta continuidad, en esos gozosos delirios conozco gente de todos los colores, algunos serán determinantes para mi vida, otros no tanto, dependerá de mi más que de nadie.
Apuramos los últimos sorbos de una botella medio llena, la cual su nivel baja rápido, hay ganas de calentarse la cabeza, aunque sea a golpe de tequila mexicano ¡SALUD!, por una bonita VIDA.


Dos días después de ponerme un rato delante del pc a escribir unas cuantas líneas, crucé la frontera. Un argentino y tres chilenos ya estaban esperando para ser deportados. A Pato lo conocí un par de meses antes en la capital. Coincidimos en fiestas y festividades. Cada vez veo el mundo más pequeño.  La excusa, se me perdió el papel de inmigración. La realidad, no tengo dinero ni para pagar la multa. Mi falta de respeto a las leyes del país supone un monto de más de la mitad del sueldo mensual del inspector que me toma los datos en su escritorio. Soy el único huevón que paga la multa. Nos juntamos al otro lado de la frontera. La vida continúa.

domingo, 19 de febrero de 2012

Una piedra en el camino

A veces en la vida se sufren contratiempos que trastocan nuestros caminos, nos hacen cambiar de opinión, nos cambian interiormente, nos hacen desconfiar demasiado. a mi me acaba de suceder algo inesperado en el medio de Bolivia: tres asaltantes, uno de ellos armado, se hicieron con mi equipaje, y gracias por perdonarme la vida, llevenselo todo, se ve que están bien necesitados.
En plenas fiestas de carnaval de oruro, el segundo mas importante del mundo, mientras la gente se divertía, bebía, quemaba petardos y cohetes, unos hijos de puta me dejaron casi como mama nos trae al mundo, solo con lo puesto, en medio de un país hostil, que rechaza descaradamente a los extranjeros por el hecho de serlo, como si yo por ejemplo, tuviese algo que ver con los españoles asesinos desalmados que invadieron estas tierras para robar y matar, como si 5 siglos de historia permaneciesen estáticos e irreverentes al paso del tiempo.
El caso es que es la segunda vez que paso por el mismo lugar y el segundo robo, el anterior ocurrió hace años y fue mas sutil, pero también se llevaron dinero y buenos recuerdos, como esta vez. en este viaje vi muchos robos, asaltos, atracos, demasiados, se ve que la vida se esta encolerizando por estos lugares del planeta. Aunque son experiencias distintas las que vivimos unos y otros, y no pueden influir mis sensaciones en las demás personas, a mi me hace pensar que tampoco es este el lugar que busco, necesito vivir tranquilo, no mirando hacia atrás, atándome la cámara al cinturón, o comprobando todos los billetes para no recibir los falsos,... la paz y la armonía
que busco debe de estar en algún lado, quizás no en esta parte del planeta, donde los países siguen tratando de emerger económicamente y se desata la misma lucha que he conocido en occidente los años que permanecí allí, ahora decadentes, pero en busca del impulso suficiente para volver a salir a flote y seguir luchando.
Lo único que me queda claro es que todos actuamos, consciente o inconscientemente, como marionetas de los estados que nos utilizan para sus intereses, intereses de unos pocos, para los que pasaremos toda la vida trabajando. Ocurre en todos los lados igual, llámese España, Alemania, Guinea ecuatorial, China, Japón, Bolivia o Brasil.
En algunos países sera mas descarado que en otros, quizás mas encubierto, con mejor cara o peor, según se mire, pero es el mismo perro con distinto collar.
Por esto y otras reflexiones que vengo teniendo en las ultimas horas, rompo mi compromiso con el presente, deshago lo hecho, lo pensado y lo planeado, para seguir buscando, sin tiempo para quedarme. El viaje estaba siendo fantástico, lleno de descubrimiento y conocimiento, pero alterado  por bastardos desconocidos que rechazan la vida, que nunca podrán ser felices porque suplen sus necesidades con el daño a otras personas. Cada cual con lo suyo.
No es un punto final al viaje, si no un punto y aparte, un cambio de perspectiva, la desconfianza que me inyecta el hecho en si, espero poder superarla con el correr de los días, seguiré viajando hacia el norte hasta donde se unen los estados, de allí viajare, al otro lado del mundo, en ese proceso de tiempo ocurrirán cosas que me harán cambiar de opinión, cosas buenas o muy buenas, estoy seguro, además con mucho peso menos que limitaba mi libertad. No hay mal que por bien no venga.
Y como se suele decir, lo que no te mata, te hace mas fuerte, y ya ocurrieron muchas en la vida que hubo que ir superando, porque al que anda le pasa, no quiero dar ningún tipo de lastima, ni nada que se le parezca, yo estoy feliz, fuerte mental y físicamente, y voy a seguir adelante, porque de todo se aprende, de lo malo mas que de lo bueno.
No quiero influenciar en nadie para futuros caminos a recorrer, cada persona debe vivir su experiencia, nadie puede beber de las vidas de los demás.
Pospongo este blog momentaneamente, hasta que vaya recuperando mi estado emocional habitual, y algunos de los enseres que me permiten seguir trabajando en lo que amo y me apasiona.
Hasta próximo viajes.

martes, 24 de enero de 2012

Alas nuevas de libertad

Este año los reyes magos de oriente han sido excepcionalmente generosos conmigo. Han debido pensar que a lo largo del año he sido niño bueno, que me he portado bien con mis allegados, que he ayudado y colaborado en lo que he podido, que no me he quejado ante nada ni nadie a sabiendas que hay muchos niños que están mucho peor que yo, la mayoría de los niños del mundo están peor, han tenido menos “suerte” de nacer en lugares menos “privilegiados”. No creo que haya hecho nada especial este año pasado, otros años he sido más bueno, me he portado mejor, y no me han dejado nada en el zapato derecho que dejo todos los años delante de la puerta del balcón.
Siempre creí que a mi casa llegarían antes que a las demás, que sería una de las primeras en presentarse, no por ser mejor ni peor, no, nada que ver, si no porque frente al balcón, a un escaso metro, se encuentra un tejado del que es fácil saltar, aunque debo confesar que me hacía un lio pensando que con tanta ropa, sotana, capa, corona y demás indumentaria, no debe ser tan cómodo dar el paso, incluso alguna vez pensé que sería fácil que el rey mago cayera por el hueco que queda entre el tejado y el balcón. A mi casa siempre vino Baltasar. A las demás casas, con lo altas que quedan, no habiendo donde apoyarse, ni de donde saltar, yo, si fuese ellos, no me atrevería.
Este año me han regalado unas alas nuevas, blancas, relucientes, preciosas. Estoy loco por probarlas. Las viejas estaban demasiado gastadas, habían llevado bastantes golpes, bastante trote estos últimos años, ya no tenían la misma autonomía de vuelo, no alcanzaban la misma velocidad que al principio de probarlas, habían perdido plumas y se veían un poco sucias, no se pueden lavar.
Tienen una característica especial que no tenían las otras: no se puede retroceder con ellas por el camino andado. Si no se respeta, hay que abandonarlas y seguir a pie. Si se atraviesa un océano con ellas, obligatoriamente hay que volver al punto de partida dando la vuelta al mundo por el otro lado. Tampoco se debe mirar hacia atrás, este no es requisito fundamental, pero conviene para conservar el equilibrio en vuelo. Quitando estas dos cosillas, funcionan igual que las dos anteriores.
Se han portado bien conmigo los reyes magos de oriente. Me han regalado libertad, eso que tantas veces no se puede comprar ni con dinero. Me han debido ver triste, desubicado, monótono, descontrolado, que se yo.
Debo confesar algo: en la madrugada del día de reyes, escuché un ruido y me levanté de la cama. Llegué hasta la puerta de la cocina, donde se encuentra la puerta que da acceso al balcón. No era un rey, sino una reina. No era negro, si no blanca. Era mi mami. Estaba dejando mi regalo envuelto en un bonito papel. Ví que se había bebido el vaso de leche, incluso el agua de los camellos no estaba en su sitio, donde la dejé unas pocas horas antes. Así descubrí que los reyes no existen, en mi caso existe una reina, que me hace regalos como el que les comentaba. Me regala libertad. Me apoya en mis arriesgadas decisiones,  en mi forma de encarar a la vida, me ayuda para hacer mi vida original y creativa.
¿Que si dependo de ella? Supongo que no, me siento tan libre que ni tan siquiera de ella, si no estuviese, los recursos serían otros, las formas y los caminos distintos, debo confesar que me encanta que esté por aquí, ayudándome con los remos, remando hacia el mismo lado, sin cuestiones ni preocupaciones. La vida es demasiado linda para andar perdiéndola por el camino. Vayamos al grano. Por ahora, es momento de seguir volando. Disculpas por no girarme para despedirme, debo mantener el equilibrio en el vuelo.